miércoles, 2 de febrero de 2011

Jamás creí que te vería en un altar, quizás este sea uno más de tus impulsos. Con la mirada dispersa entre la multitud, quisiera engañarme y pensar que me buscas a mi, de todos modos, sé que no eres así, esa clase de chica que se bloquea en el pasado. En realidad me sería imposible decir qué clase de chica eres. Recuerdo nuestro invierno juntos, tú deseabas que llegara el verano. Pero estoy seguro de que ahora añoras los atardeceres helados tanto como yo. Eras adicta a todo, menos a hacerme feliz. Y mírate, hoy estás tan guapa, llevas un vestido tan sencillo, hace contraste con tu personalidad, sigues teniendo la melena larga, con unos rizos interminables, parece que sigas siendo esa misma chica rebelde que yo conocí. Y qué me dices de esos ojos, los mismos que hace 10 años, que parece que nunca saben donde pararse a mirar, y luego los centras en un punto en el infinito, seguramente pensando en nada y en todo a la vez. Agarras la mano a tu prometido, como si de un desconocido se tratara, pero tú pareces tan segura como siempre, la verdad es que no estoy extrañado de no ser el hombre que esté agarrando tus finas manos, tú siempre decías que el amor era un error matemático, y el matrimonio, una manera de estabilizar tu caos. De todos modos, aún retumba en mis oídos el eco de tus promesas incumplidas. Estás tan sonriente, me pregunto si será hipocresía, cuando te conocí muchos decían que tú sólo sonreías al dentista. La tensión es evidente en el ambiente, creo que nadie da por seguro que de tus labios salga un “sí, quiero”, manipuladora nata, eres de esa clase de chicas a las que es imposible decir que no cuando les tienes en frente, te habría perdonado mil y una veces. Todo esto no son sino pruebas de que sigues siendo aquella típica chica atípica que conocí.

1 comentario:

  1. Me ha encantado ! Y esque a veces hay una persona tan dificil de olvidar... :)

    ResponderEliminar